El 12 de diciembre de 1869 desembarcaba en la Habana el vapor-correo España. Había salido el pasado 20 de noviembre del puerto de Santander. Llevaba a un batallón denominado Voluntarios de Santander. Su misión era defender la españolidad de la isla de Cuba. A continuación, se transcribe parte del discurso pronunciado por Eugenio Velarde, sobrino de Pedro Velarde, a los Voluntarios de Santander cuando pisaron tierra cubana:
MONTAÑESES
"Los españoles de ambos mundos residentes en esta capital, acudimos gozosos a daros la bienvenida, a dirigiros fraternal saludo y a manifestaros que antes de que hubiese llegado la noticia de vuestra venida, os esperábamos, porque conocemos vuestra leal decisión, vuestras altas virtudes.
Pródigos siempre de valor y de sangre los indomables cántabros, centinelas avanzados de la honra y de la gloria de nuestra amada España, jamás dejaron de acudir, hijos generosos, allí dónde pudieron peligrar objetos tan queridos a su corazón.
A los cántabros corresponden de derecho lo más bellos cantos de esa magnífica epopeya llamada Historia de España. Cántabros fueron los que desde sus libres montañas opusieron terrible al dique al invasor torrente de las huestes romanas, humillando más de una vez el altivo orgullo de la legión Augusta y otras no menos aguerridas; cántabros los que iniciaron el movimiento de reconquista que tantos días de gloria dio a la patria en una lucha de setecientos años: ¡no fueron necesarios menos para lavar la mancha del Guadalete!
Y viniendo a más moderna época, de los cántabros son los más floridos laureles de San Marcial, Tolosa, y otros cien combates librados durante la última guerra de nuestra independencia. Cántabro fue Velasco, el héroe defensor del Morro; cántabros fueron Alcedo, Bustamante, Ceballos e Ibáñez de Corvera; cántabro fue el inmortal Velarde, el primer martir de la libertad española, cuya imagen trasladada a ese lienzo, parece como su sombra que viene a recibiros cariñosa en estas playas y a alentaros vuestra noble misión.
El fue el primero que arrojando con bizarro denuedo atrevido guante al rostro del coloso del siglo, encendió en en el santo amor a la patria al abatido pueblo hispano, y derramó en aras de su independencia la generosa sangre de que nacieron héroes a millares que supieron detener el arrogante vuelo de las águilas francesas cuando llegaban triunfantes de recorrer el mundo entero."
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