jueves, 26 de marzo de 2020

::: (1892) EL CAMPURRIANO ÁNGEL DE LOS RÍOS, CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA DE SANTANDER, ABOGABA POR ABANDONAR EL GENTILICIO DE 'MONTAÑESES' Y USAR ÚNICAMENTE EL DE 'CÁNTABROS' :::

 De un artículo denominado Plétora congresista que fue publicado en el periódico santanderino El Atlántico el 13 de noviembre de 1892. No está transcrito en su totalidad, al considerar que el resto del artículo no guarda relación con el tema tratado en esta entrada. 

Yo no he podido aguantarla más. En Huelva, Congreso de Americanistas, que casi era el único procedente con la Exposición simultánea de Madrid. En Sevilla, de católicos, que siempre están congregados, según el mandato y promesa divina. En Madrid, el Geográfico, que de todo se ha ocupado menos de geografía; el Pedagógico, el Artístico, el Literario, el Jurídico, el Espiritista, y por fin y a la postres (al menos para mí), el enciclopédico-industrial, en todos sus ramos, desde los que tocan a la planta del pié, hasta los que elevan la punta de los pelos, y plus ultra. Así es que cuando desfilaron por delante de la estatua de Colón y del Palacio de la Exposición histórico europea y americana, donde me hallaba, los zapateros, peluqueros, etcétera, etc, etc, no tuve valor para asomarme a una ventana; habiendo tenido ya que sentarme varias veces con el vértigo, que días antes me dio en medio de la calle de Hortaleza, y me puso a punto de subirme tres en una silla, hasta mi cama. Y en la misma noche del domingo 6, tomé el tren sin que ni en él me librase de nuevos amagos, hasta mi rincón del Ebro (Kant-aber), que dio nombre a la amada tierruca.

Ya no es la primera fuga de esta clase. Como Anteo cobraba nueva vida al caer en tierra, yo necesito el aire, el agua y la luz de Cantabria para servirla de algo. El bombo me aturde; la muchedumbre me marea; la atmósfera de los cafés me asfixia, y, bendito Dios, poco soy cuando me considero; pero cuando me comparo, y comparo la parte nuestra en España, y la de España en el mundo, por ella completo y hoy congregado a rendirla homenaje, no la cambiaría por cuantas evoluciones de la humanidad en el tiempo y espacio discurren filósofos, cacarean oradores y pregonan reclamos a cinco céntimos la línea.

Aquí cuando llegaba cuando veo en El Atlántico que la Alcaldía de Santander ha incoado expediente para que se autorice el emplazamiento del proyectado monumento a Cantabria en el ensanche de los muelles de Calderón, sin que perjudique el tráfico al puerto. De seguro que no perjudica: lo acabo de ver palpablemente, como otros muchos, en la Puerta del Sol de Madrid, donde la fuente central regula el movimiento de los carruajes y protege la vida de las personas, que importa más. Y por delante, detrás y a los lados de la estatua de Colón, en el Paseo de Recoletos, han desfilado, el domingo 6, doscientas mil personas y algunos miles de carruajes, sin el menor accidente; mientras que donde esos centros reguladores no existen, como en la calle de la Montera, por ejemplo, se amontona la gente, se detienen los carruajes y todo anda como el diablo quiere.

Luego, si ese monumento ha de servir de algo, será de ejemplo y espuela, para que de Cantabria se diga siempre, como se dijo hace dos mil años: Invictam, palmanque ex omni ferre labore. Y para eso es menester que el ejemplo esté a la vista y a todas horas, en el sitio más frecuentado de esta tierra. Aún debemos irnos preparando a dejar el ya vago nombre de Montañeses, que apenas se comprende fuera de Castilla, insistiendo en el de Cántabros, que nadie nos puede disputar, aunque muchos se arrimen a él. Galicia, Asturia, Vasconia, conservan, apenas alterados, sus nombres propios y antiguos. ¿Por qué no hemos de conservar el nuestro, no menos glorioso y más conocido?. (...)


Proaño (Reinosa) 11 de noviembre de 1892
Ángel de los Ríos y Ríos (Cronista de la Provincia)


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