El periódico El Atlántico del 19 de noviembre de 1892 daba cuenta de la proposición realizada en la sesión de la corporación municipal del día anterior por Julián Fresnedo de la Calzada sobre la creación de un canto a Cantabria. Coincide en el tiempo con la propuesta de erigir el denominado Monumento a Cantabria. Ninguna de las dos ideas llegaron a término, si exceptuamos que treinta años después, en 1926, se creó un Himno a la Montaña patrocinado por la Diputación Provincial de Santander.
Días más tarde, también en La Atalaya, el 17 de agosto, de nuevo Ángel Jado escribía de nuevo acerca de la composición del himno:
(...) Tiene además la Fiesta Montañesa el privilegio de despertar en nosotros el amor al nativo suelo y el entusiasmo por nuestra tierruca, que tanto distingue y caracteriza al montañés a quien su noble ambición llevó a lejanos países. Este amor, este entusiasmo inspiraron al Orfeón la idea de crear la Fiesta Montañesa. Pues bien, ya que el éxito más lisonjero ha coronado sus laudables esfuerzos, ¿no pudiera, siguiendo el camino emprendido, coronar su obra abriendo un nuevo concurso, bajo la protección da los insignes maestros que han tenido la dignación de cooperar al último, para dotar a la Montaña de un canto único, exclusivo, de un himno a Cantabria, que condense por decirlo así, en sus más vigorosos y adecuados acentos, nuestra música regional, que echa de menos el señor Rodríguez de Bedia, a pesar de la hermosa composición que hemos escuchado?. (...)
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