EL DIARIO MONTAÑÉS
Por la Región Cántabra
Martes, 21 de julio de 1931
Aparece en la portada del periódico. Firma el artículo un tal M.F.
Unidos en una sola aspiración, en la afirmación del mismo ideal, los electores de la Montaña que en la jornada del 28 de junio supieron mantener claramente su personalidad sacando triunfante a la candidatura regional montañesa, compuesta por don Lauro Fernández y don Pedro Sainz Rodríguez, exteriorizaron esta íntima unión el pasado domingo en el magnífico acto celebrado junto a nuestras encantadoras playas del Sardinero.
Las elocuentes palabras de los dos dignísimos representantes de las derechas montañesas fueron interpretación fiel del común anhelo de todos los allí reunidos y de sus electores en general, anhelo de ver resurgir potente y gloriosa la personalidad de la región cántabra. Acto importantísimo fue el del domingo, ya que él significaba que en el concierto de los pueblos españoles, Cantabria afirma su personalidad, mantiene sus derechos y no se recata de reconocer sus deberes hacia el Estado español.
Si alguien dudara de que Cantabria podía jamás ser consideraba como región integrante de la patria española, vio desvanecer sus temores y sus dudas: abrazada con la cruz y fiel a su espíritu tradicional que le ha marcado un sello endeble a través de los siglos, Cantabria es una realidad y alrededor de esta realidad, masas esforzadas, espíritus selectos, un pueblo entero se agrupa dispuesto a defender el tesoro de su personalidad y de sus más caras y gloriosas tradiciones.
No se ha perdido, pues, el significado de la gloriosa jornada de junio, en la que millares y millares de montañeses supieron hacer gala de gallardía votando con entusiasmo la candidatura de nuestros amigos. No se ha perdido porque no se trataba de una mera unión de fuerzas para conseguir la conquista de las actas, sino que se trataba de algo más importante, de algo más grande, de algo más trascendente para la historia española: el resurgir del espíritu regional de toda una comarca y la afirmación de su voluntad de querer vivir con todas las prerrogativas que se corresponden a su hidalga prosapia y a su actual estado de progreso.
Dios y Cantabria era el lema de los allí reunidos. Dios representando la defensa de la tradición religiosa que supo conquistar nuestras montañas contra el paganismo y contra las sectas importadas del norte. Cantabria, expresión viva de todos sus amores que convergen en la tierra bendita, que conserva las tumbas de los padres y sobre la que se mecen las cunas de los infantes. Pero no una Cantabria vencida que recibe las migajas que arrojan de sus mesas las poderosos, sino una Cantabria que ora y trabaja, que expresa sus esperanzas y anhelos, que en las horas trágicas sabe enjugar el llanto de las madres y premiar el valor de sus hijos, una Cantabria con personalidad propia que no es una mera provincia debida a lo arbitrario de los poderes humanos, sino que es una región labrada en consuno por la naturaleza y por la historia y marcada en la vida de los pueblos por la voluntad de Dios.
Esta Cantabria, pues, vive, se manifiesta y demuestra su voluntad. El domingo marcó un punto de partida; unidos todos los montañeses han emprendido la reconquista ante todos los españoles de todos sus derechos. No conviene que esfuerzo alguno sea perdido, y siguiendo el camino trazado por los representantes del regionalismo montañés en sus discursos del Gran Casino del Sardinero, no vacilando en el sacrificio que se nos puede pedir, no hay duda que una era nueva habrá comenzado para la Montaña y de ella serán artífices los electores del 28 de junio que continúan unidos y abrazados como hermanos que no tienen más que una madre, que es Cantabria, para defender las reivindicaciones de los derechos de la libertad de nuestra región querida, bajo los pliegues de la bandera que tremola, alta, pura y sola la organización regionalista de los verdaderos amantes de la Montaña.