Contiene la Biografía del Excmo. é Ilmo. Señor D. Rafael Tomás Menéndez de Luarca y Queipo de Llano, tercer Obispo de Santander / escríbela Dionisio Menéndez de Luarca" (1897) una carta que el obispo de Santander escribió a su sobrino en el mes de julio de 1808 desde Potes tras la derrota del Ejército Cántabro en Lantueno. Finaliza esta carta de la siguiente forma:
"(...) Basta para quién es simultáneamente Obispo y Príncipe Regente de los Cántabros (que yo llamo cántaros), tío tuyo Rafael Tomás."
El autor de esta biografía dice a este respecto que "Cántaros, con todo eso, llama a los cántabros, y es lo cierto que, como si lo fuesen, quebraron aquella vez. Pero en la frase antes se ve un desahogo que una injuria:¡qué padre no los tiene con sus hijos!. Cántaros los llamó entonces el Obispo, que obcecado por su paternal amor, acaso esperaba de ellos lo imposible. Pero "es buena gente la montañesa", escribe años después.".
Curiosamente los Cántaros volverían aparecer bastantes años después, allá por 1963-1964, en un famoso escrito del Ayuntamiento de Santander donde este se oponía a la iniciativa de la Diputación Provincial de Santander de intentar cambiar el nombre de Provincia de Santander por el de Provincia de Cantabria.
En aquel polémico escrito del Ayuntamiento de Santander (¿sería el autor Simón Cabarga, Cronista Oficial de la ciudad?), que apareció en la prensa regional en el mes de enero de 1964, se manifestaban, entre otras, las siguientes opiniones:
"(....) Cantabria, por otro lado, ha supuesto para los montañeses, más un nombre sonoro y sentimental que otra cosa. La época del romanticismo lo resucitó, lo hizo suyo sólo para exhortaciones épicas, más o menos desorbitadas. Cántabros nos llamaba el Obispo Menéndez de Luarca en sus arengas contra el invasor, para trocar inmediatamente el glorioso apelativo por el de "cántaros" después de la inevitable derrota. De entonces acá, el romanticismo que hay en el subconsciente de las multitudes, tomó el nombre de cántabros para juegos puramente literarios o para designaciones deportivas. No creemos, pues, que el argumento invocado tenga categoría.(....)".
Parece que tuvieron respuesta estas palabras por parte de Pedro Escalante, Presidente de la Diputación, cuando en marzo de 1964 leyó ante los diputados provinciales un discurso donde expuso los resultados y reflexiones finales del proceso iniciado un año antes con el fin de que la Provincia pasara a llamarse Cantabria:
"(...)Hizo bien nuestro obispo Menendez de Luarca cuando en 1808 levantó nuestra tierra contra los franceses con el nombre de Cantabria. Ahí está su impulso heroico y arriesgado, generoso y vibrante, no menos glorioso porque el éxito no le acompañase, porque en las empresas humanas la gloria no se mide por el triunfo sino por el corazón. (...)".
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