sábado, 14 de diciembre de 2019

::: (5 DE ABRIL DE 1925) EL MONTAÑÉS DE QUEVEDA AMALIO SAIZ DE BUSTAMANTE, AFINCADO EN JÉREZ DESDE NIÑO Y DONDE GOZABA DE RECONOCIDO PRESTIGIO, ESCRIBE EN EL PERIÓDICO LOCAL 'EL GUADALETE" ANTE LA LLEGADA DE LOS COROS MONTAÑESES 'EL SABOR DE LA TIERRUCA :::

El Guadalete
5 de abril de 1925
Jérez de la Frontera


Los Coros Montañeses El Sabor de la Tierruca realizaron diversos viajes por la geografía española. Andalucía, y en particular la Provincia de Cádiz, donde tantos montañeses estaban avecindados, estaba destinada a ser una de las obligatorias paradas. Ante la llegada a Jérez de los coros, este cántabro nacido en Queveda en 1864, y afincado en dicha ciudad desde los cuatro años, escribió este artículo que rebosa intenso amor a Cantabria.




Insertamos también dos escritos que aparecen en la portada de El Guadalete de ese mismo día: una noticia propia del periódico y un artículo escrito por Onofre González Quijano.






miércoles, 4 de diciembre de 2019

::: (1898) SANTA BÁRBARA, MI TATARABUELO JUAN Y LA CONFUSIÓN ENTRE EL APELLIDO (H)UMARA Y (H)UMARAN :::

El 4 de diciembre es Santa Bárbara, que es la patrona de los mineros. Mi tatarabuelo Juan Humara Pérez no era minero, sino cantero, pero falleció en la Mina Anita de Mioño (Castro-Urdiales).

Hablando en su día con mi abuelo, comentando esas cosas de cómo se llamaban sus respectivos abuelos, cómo fueron sus vidas, etc, me dijo que a su abuelo paterno no le conoció porque murió mucho antes que él naciera, y que la causa de su fallecimiento había sido una explosión. Algún detalle más me daría pero ya no lo recuerdo. Y que había sido acabando el siglo XIX, quizás 1898. Cuando me lo contó todavía no existían las hemerotecas digitales de los periódicos. Hace poco años que los principales periódicos montañeses de aquellos tiempos están al alcance un click. Me acordé de él y puse su nombre, y apareció su muerte. Por cierto, el que anotó su muerte en el registro civil de Castro le llamó Juan Umaran Pérez. Pensaría el que lo hizo que ese era su correcto apellido, y no Humara. En aquella zona sonaría, o sería mejor conocido, el apellido encartado Umaran (en Galdames hay una población denominada Umaran). 

Voy a insertar las firmas de mi tatarabuelo Juan (1869), la de su abuelo Simón (1820), la de su tatarabuelo Bernardo (1775) y la del abuelo de su tatarabuelo, que se llamaba Miguel (1696), todos ellos merachos (gentilicio de los antiguo concejo de Miera, hoy Ayuntamiento del mismo nombre).










La Atalaya y El Aviso dieron cuenta de aquella trágica muerte, pero el que mejor crónica hizo fue El Cantábrico (12 de abril de 1898). Y es esta.





lunes, 2 de diciembre de 2019

::: (1629) EL SANTANDERINO TORIBIO DE LA PUEBLA PONE EN MAYÚSCULA EL NOMBRE DE 'LA MONTAÑA' QUE GEORGE BRAUN HABÍA PUESTO EN MINÚSCULA EN SU DESCRIPCIÓN DE LA VILLA DE SANTANDER DE 1575 :::

De la manera siguiente empieza la descripción de la entonces villa de Santander redactada por el alemán por George Braun en su Civitates Orbis Terrarum (1575). Obsérvese cómo el vocablo la Montaña aparece aquí en miníscula: la montaña. Por cierto, que la traducción al castellano de ese texto en latín, sería la siguiente, según Manuel de Assas:


'La ciudad que vulgarmente llaman Santander, está situada en la España Tarraconcense, en la costa del Mar Cantábrico, acaso en aquel territorio en que Ptolomeo dice habitaban los Antigones. Hoy se llama Asturias de Santillana, pero los indígenas dicen que el país donde está la villa se llama con un particular vocablo familiar, la Montaña.'



Casi 45 años más tarde, el santanderino Toribio de la Puebla, Contador de Resultas de S.M El Rey Felipe IV, redacta un memorial cuyo fin es conseguir la erección de un obispado en la villa de Santander. En una parte de su exposición copia la redacción del alemán Braun sobre la villa pero trocando el vocablo la montana a la Montaña. Es de suponer que Toribio de la Puebla pensara que eso de la montaña en miníscula no resaltaba todo el valor que poseía tal término, que no era otro que el nombre natural del país en aquellos tiempos, merecedor de estar a la misma altura que otros vocablos provinciales.