La circular está dirigida al director de La Atalaya, José del Río Sainz. El Cantábrico informó acerca de este texto, reproduciéndole en parte. La Casa de la Montaña, como así se denominó finalmente esta agrupación montañesa, sería inaugurada el 2 de diciembre de 1923.
Señor director de LA ATALAYA.
Distinguido paisano y amigo:
Exteriorizada nuevamente en el grandioso homenaje tributado el día 4 del
actual a nuestro ilustre coterráneo Don Juan José Ruano de la Sota la idea de
crear en Madrid un Centro Regional donde los elementos hoy dispersos de la
colonia pudieran congregarse y apoyarse en las múltiples necesidades de la vida
ciudadana, a la vez que robustecer los vínculos fraternales y de relación entre
los hijos de la Montaña residentes en la Corte, y estimando esta Comisión
organizadora no sólo laudable sino indispensable la ejecución del proyecto, creemos
de nuestro deber someterle a la consideración de nuestros paisanos y amigos,
para acometer de una manera decidida y resuelta la creación del aludido Centro
y cooperar a lo que constituye un anhelo general.
Ocioso fuera encomiar un proyecto
de suyo meritorio, sino fuese necesario insistir en la conveniencia y provecho
que para cuantos nos hallamos fuera del país natal entraña la implantación de un
organismo donde, además de los
beneficios de carácter mutuo y colectivo, se hallarán aquellos otros afectivos
en que la espiritualidad de una región inteligente y laboriosa como la nuestra
se funde para hacer más llevadera la ausencia de la tierra amada y suavizar la
nostalgia nativa con el afecto y la convivencia.
Y el Centro Montañés en proyecto,
de cuya iniciación creemos será usted entusiasta partícipe, ha de ser
precisamente el vínculo moral y material de la fecunda progenie cántabra; el
lugar donde han de converger los fervores de la cuna nativa y esplender los
anhelos de la Colonia; donde la rica literatura regional, personificada en los
autores cumbres que enjoyaron la novela y la poesía, la lírica hispana en
general, se deposite para deleite de sus paisanos y homenaje rendido a su
inmortalidad; donde las necesidades de la región lejana cristalicen provechosamente
para bien de la tierra madre y alegría de nuestros hermanos de allá, siempre
dispuestos a recibirnos en sus brazos y agradecernos por cuanto por ellos
hagamos; donde el mutualismo, en todas sus manifestaciones, pueda fructificar
en beneficio común, y donde, en suma, se haya de reunir la gran familia montañesa,
para honra y orgullo del país, y se concrete el esfuerzo y el ideal de los numerosos
coterráneos que en las virtudes de la raza cántabra han sabido crearse en la
Corte un nombre esclarecido o una firma prestigiosa.
Todo ello será una realidad
inmediata e imponderable si, percatándose de las necesidades y conveniencias
ligeramente apuntadas, se adhiere usted y procura la adhesión de los paisanos y
amigos residentes en Madrid a los fines que a todos nos animan, anticipándole
que si estimulados por los ejemplos de otras regiones cuyas colonias son menos
numerosas y solventes que la nuestra contribuye a la realización de proyecto
tan altruista, con el entusiasmo y la celeridad que son proverbiales en los
hijos de Cantabria, merecerá la gratitud de todos nosotros y de la patria
chica. Así nos permitimos esperarlo reiterándonos de usted atentos amigos y
saludándole afectuosamente.
La Comisión
Jesús Sarabia, Francisco
Setuain, Bernardino San Cifrián, Generoso Gómez, Simón Ruiz, José Sainz de Aja,
Melquiades González, Manuel Ibáñez, Benito Cuevas, Germán y Emilio Ruiz, N.
Rodríguez de Celis, Ramón Lavín Gutiérrez Solana, Manuel Polanco y V. Díez de
Vicario.
El Cantábrico
Santander
5 de diciembre de 1923
Este recorte es de la revista La Montaña de La Habana (5 de febrero de 1924), que copiarían del periódico El Cantábrico, errando al escribir Pizazal en vez de Pozazal .
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