Fuente
El Diario Montañés
Domingo, 3 de marzo de 1963
Domingo, 3 de marzo de 1963
Las voces de Campoo se unen a las que de la capital de la provincia se pronuncia en un pro de que ésta tome el nombre de Cantabria. Hoy traemos a nuestras líneas la del secretario-delegado de la Casa de Cultura Sánchez Díaz, don Ramón Rodríguez Gómez, que sin grandes rodeos nos explica su criterio:
Para los campurrianos es muy grato el nombre de Cantabria. Forma parte de nuestra pequeña historia, no tan pequeña en este caso, puesto que trasciende a la gran historia de la Patria. Campoo fue asiento de los cántabros; los nombres de algunos de sus poblados nos son familiares, y estos lugares que hemos recordado infinitas veces desde niños han hablado con heroicos acentos a nuestra fantasía. No es tan difícil soñar junto a unas ruinas. Creo que aquí ha caído muy bien lo de rebautizar a nuestra provincia, precisamente, con este pagano nombre de Cantabria, ya cristiano viejo. Cantabria tiene para nosotros resonancias entrañables, medio históricas, medio legendarias, que es lo que más gusta.
Por otra parte, no es fácil dar con la denominación más apropiada. Santander es el nombre de la capital, y si bien es verdad que a nadie se le había ocurrido rechazarle hasta ahora, tampoco existía proposición formal de sustituirle con ventaja. Nada se le quita a la capital, sino todo lo contrario, se le confiere una capitalidad más sonora.
La Montaña, otro de los nombres que pudiera aducirse, ha tenido fuera más éxito que en la provincia misma. Se nos conoce por montañeses, pero es el caso que los campurrianos, tradicionalmente, no nos consideramos como tales, sino que llamamos así a los de la parte baja de la provincia. La Montaña, por otra parte, es un nombre más genérico: montañeses son también los de la montaña de León, así se les llama, y de otras provincias españolas.
En fin, que me parece muy bien que nuestra provincia llegue a llamarse Cantabria, y que es delicioso perder el tiempo en nuestras "cosucas", sobre todo cuando se tiene conciencia de laborar igualmente por nuestra patria chica en asuntos graves y trascendentales.