Con unas afirmaciones un tanto peregrinas, Julián Fresnedo de la Calzada (1861-1930) deduce que La Montaña comienza, más o menos, al oriente del río Besaya llegando hasta Santoña. De otra parte dice que no se habla de los conceptos montañés y La Montaña en países americanos hasta bien avanzado el siglo XIX, afirmación que, a tenor de la documentación, no es cierta. Asegura también que fue a través de la prensa y literaturas regionales, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, por la que se fue generalizando, dentro de la provincia, el decir La Montaña para referirse a aquella, circunstancia que tampoco es cierta. Las palabras que están en rojo has sido así señalizadas porque en el original están en negrita. En el opúsculo de 1922 aparecen más textos u opiniones de Fresnedo de la Calzada pero aquí hemos seleccionado únicamente estos:
(...)La primera vez que oí mencionar la voz La Montaña, fue en Campóo...Era yo muy mozo todavía, estaba en casa de un hidalgo Campurriano, casado con una Montañesa, de Toranzo...y siempre que ella o sus parientes iban o venían de allí, decían que bajan a La Montaña o subían de La Montaña, y me chocaba, porque teniendo parientes en Iguña y en Buelna, a esos no los llamaban montañeses, ni decían que iban a La Montaña, cuando allá bajaban, sino que decían voy a Iguña, vengo de Buelna; y fuera de aquella casa, de la que guardo los más gratos recuerdos de mi vida, en todo Campóo vi confirmado el concepto de que La Montaña se tenía y que aún perdura limitado a lo que queda dicho. Los estudiantes que a Carriedo iban, decían que bajaban a La Montaña, y cuando se abrió el Colegio de Manzanedo, en Santoña, a La Montaña bajaban los que allí iban a instruirse, mientras que los que al Instituto Provincial venían, no bajaban a La Montaña: venían a Santander sólo, como iban a Liébana, a Cabuérniga, los labriegos que a esos valles acudían; pero cuando tenían que ir a Ontaneda a tomar las aguas, decían que iban a La Montaña, y aún lo dicen. Desde entonces me vino preocupando eso de que La Montaña no debía ser toda la Provincia actual, ni siquiera sin los agregados de 1833. (...)
(...) Ni en la época de la conquista de América, ni en el Siglo XVII, durante la cual la emigración al Nuevo Mundo fue muy activa en estas regiones, se habla de montañeses ni allá ni acá, como no se habla de La Montaña, sino desde el siglo XIX, ya muy avanzado, en México, en Cuba o en el Perú. No me convenzo de que este dictado fuera importado en América, como alguien me apuntaba, por los andaluces acostumbrados a llamar montañeses a los que se dedican en su país a la venta de líquidos espirituosos, por el hecho de hallar detrás del mostrador de la mayoría de las tabernas a hijos de esta región; pero sí es un hecho, el que no suenan montañeses antes de la independencia de México en aquella hoy República, a pesar de que había tantos hijos de La Montaña, y de Las Asturias de Santillana, allí como en el Perú, ni casi suena entre nosotros el vocablo La Montaña hasta que periodistas y poetas, en la segunda mitad del Siglo último, empezaron a traer a troche y moche eso de montañeses y la Montaña, y luego, por infección, se ha ido extendiendo con notoria impropiedad, y como todas las infecciones, ha alcanzado a incultos y cultos...
Desde la terraza del Hotel Real, desde el Alto de Miranda, pueden los santanderinos darse cuenta de la extensión de lo que propiamente es La Montaña.
Por encima de Altos Hornos, un poco a la izquierda destácase el Pico Dobra, caracterizado por su cima redondeada. Al pie de él y del lado de acá, pasa la citada Cuesta de La Montaña. Pues bien prolongando la visual por la izquierda del monte Dobra, tendremos aproximadamente la línea occidental de La Montaña, y girando la vista hacia la izquierda, los montes más altos nos dan el límite meridional, y la costa, el oriental hasta Galizano, por encima de los montes del cual asoma su mojón Santoña, y continuando la línea de costa por el S. de nuestra Bahía, hasta pasar por encima del Astillero, trazaremos en casi recta hasta el punto de partida, desde el extremo de Peña Cabarga.
Eso y no otra cosa es a lo sumo La Montaña; y es impropio darle ese apelativo a lo comprendido en las cuencas del Besaya, del Saja, del Nansa y del Deva, ni a la costa desde la bahía de Santander al Occidente, ni a los puertos de Castro, Laredo, Santander y San Vicente, y menos propiamente se llamarán Montañeses los lebaniegos, ni los habitantes de los valles altos de la actual provincia, que de haber prevalecido la petición que en 1822 hizo el Ayuntamiento de Santander, de que se denominara de Cantabria, dentro del cual cabían con extricta propiedad todas las diversas zonas, seríamos todos Cántabros, en vez de Campurrianos, Lebaniegos, Cabuérnigos, Sobanos, Trasmeranos, Santanderinos, Castreños, etc; y si impropio es llamar montañeses en nuestra provincia a los que no nacieron en Las Montañas Baxas de Burgos, aunque nacieran en la zonas más afines a ellas, ¿con qué propiedad aplicaremos ese nombre a los que en edades pasadas vieron la luz en aquellas otras que aún no hace un Siglo pertenecían a regiones de más antiguo mejor definidas, y que aunque incorporadas políticamente, siguen tan distanciadas geográficamente y psíquicamente como antes? Por honroso que para La Montaña resulte, no puede ésta atribuirse glorias de hijos de Liébana, ni de Campóo, ni aun de los nacidos en Las Asturias de Santillana; por eso creo inexactas, en cuanto a conceptuarlas como de Montañesas, todas las Biografías en las que figuran nombres de gentes que se distinguieron en las letras, en las artes y en las armas, o que hicieron célebre su nombre por sus virtudes, y que tuvieron su origen fuera de lo que legítimamente es La Montaña.
Santander, agosto de 1922
J. FRESNEDO DE LA CALZADA
REVISTA CANTABRIA. Órgano oficial del Centro Montañés de Buenos Aires. Diciembre de 1923. En este número aparece la opinión de Fresnedo de la Calzada sobre esta publicación.
"Con verdadero gusto he recibido el primer número de esa Revista que viene a probarnos que no sólo los intereses materiales merecen la atención de mis paisanos residentes en la más incólora de las Repúblicas Sud-Americanas. El título es el propio, el que corresponde a un periódico que ha de ser el Porta Voz de todo lo que interesar puede a los hijos de Santander, en esas lejanas tierras, a los hijos de Cantabria, no de La Montaña sólo, que es casi la menor parte de ella, aunque el vulgo mal instruido por poetastros crea que La Montaña es toda la Provincia de Santander."