En la dedicatoria del Tomo III de su obra llamada Operum Medicinalium, afirma éste médico oriundo de Valderredible que, aunque los Berones, Vascones, Várdulos, Autrigones, Caristios y Pirenaicos, fueron calificados como Cántabros por los antiguos, debido a las semejanzas y vecindad de aquellos con éstos, los propiamente Cántabros eran aquellos que fueron llamados Montañeses *Cantabri proprij Montani dicti fuerunt*, y ahora se les llama totalmente Montañeses *et nunc Montani absolutè nominantur*.
Quizá sea el primer escritor natural de La Montaña (o de las Montañas de Burgos como también se decía entonces para singularizar, o para añadir precisión, debido a lo genérico de la denominación) que plasma en una obra la afirmación de que los montañeses son los herederos territoriales de los cántabros, creyendo que existió una mutación terminológica; de cántabros a montañeses. Es en aquellos años cuando comienza a reivindicarse en los ambientes intelectuales montañeses el nombre de Cantabria como la primigenia denominación del territorio de Las Montañas de Burgos, haciéndolas voces sinónimas, y enfrentándose a otra idea, tan asentada como extendida, que venía siendo defendida principalmente por autores bascongados así como también por otros del resto de España, en la que se daba por hecho cierto que las tierras de Euskal Herria habían sido el núcleo principal donde habitaron los antiguos cántabros.
Anteriormente, en 1578, el cronista del reino de Aragón, Jerónimo de Zurita, ya defendió que los cántabros habitaron sólo en La Montaña (La Montaña de Castilla o Montañas de Burgos) aunque sin hacer referencia a éstas denominaciones geográficas, y sí a diversas comarcas y poblaciones, indudablemente todas ellas pertenecientes a este territorio montañés,
Los Cántabros, Pueblos, y Nación de la España Citerior, que fueron en lo antiguo tan atrevidos y poderosos, para resistir al Imperio Romano quando estuvo en su mayor grandeza, según las más ciertas señales que vemos de su sitio por los autores que dellos han tratado, se comprehendian en las montañas de Asturias de Santillana y Trasmiera, y su principal asiento era en las Villas de Santander, y Laredo, y encerravan en sus límites el nacimiento del río Ebro, y àzia el Mediodìa se continuavan por la tierra de Aguilar de Campoo, que està yà en lo llano, con la Sierra que llaman de Pernìa; de cuya montaña nace el río Pisuerga à la parte de occidente; y por el mediodìa se estendían hasta confinar con la tierra de Campos.
Más adelante añade que los cántabros "debían confinar con el Principado que dezimos de Asturias", incluyendo también, aparte de los áreas antes citadas, "la comarca de Medina de Pumar". Sin embargo, como queda dicho, Zurita fue aragonés y, además, su tratado sobre la territorialidad de la antigua Cantabria no sería publicado hasta 1689, aunque quizá su manuscrito pudo ser conocido por otros autores antes de llevarse a la imprenta. El Padre Flórez, en 1768, adjudicaría a los cántabros un territorio prácticamente idéntico a como lo hizo Zurita, que él llama, como era normal en el siglo XVIII, Montañas de Burgos.
Por otro lado, y vista desde hoy, sería una equivalencia inexacta, ya que según las actuales interpretaciones que hacen los historiadores acerca de qué territorio fue ocupado por los cántabros, éste habría sido más amplio que el de las Montañas de Burgos, sin ni siquiera haber habitado aquellos en toda ella, ya que el área del actual término municipal de Castro Urdiales debió pertenecer a los autrigones, existiendo dudas incluso acerca de si los valles de la cuenca del Agüera, como otros de la zona norte de Burgos, debieran adjudicarse a Cantabria o a Autrigonia, por lo que sería incorrecto hacer territorialmente sinónimas, las voces cántabros y montañeses, como hacía Gaspar Bravo de Sobremonte: cantabrorum, seu montanorum; cantabri, seu montani. Anotar que este autor se proclama cántabro o montañés de Burgos (cántabro, montanóve burgensi), como se ve en el texto.
Aunque era una denominación imprecisa al no existir ninguna entidad política-administrativa así llamada, con la denominación geográfica de la Montaña o Montañas de Burgos, que eran lo mismo, en los tiempos de Gaspar Bravo de Sobremonte, se identificaba un espacio geográfico más o menos equivalente al que conforma el de la actual comunidad autónoma de Cantabria, antes provincia de Santander. Diversas jurisdicciones del norte de la provincia de Burgos y Palencia, así como los valles asturianos de Ribadedeva y Peñamellera, también quedarían encuadradas en este viejo nombre cuya génesis quizá se encuentre en la Plena Edad Media, y cuyo significado se entiende a través de La Montaña de Castilla (así aparece citada en un documento de 1285), en lugar de un supuesto tránsito de Cantabria a La Montaña, el cual ni se encuentra ni se intuye en las fuentes históricas. Este nombre debió surgir para agrupar geográficamente la parte montañosa de Castilla, la cual se iba haciendo más amplia hacia el interior de la península: la Montaña, y consecuentemente, montañeses sus habitantes, implícitamente montañeses del reino de Castilla, que al ser el reino más influyente de España, quedaron como los montañeses por antonomasia. Que montañeses provenga de una traducción al romance del gentilicio cántabros, como a veces se propone, resulta un ejercicio que se antoja imposible, si se analiza a través de la hipótesis en relación a Castilla, cimentada por las fuentes históricas desde casi los orígenes de dicho término (año 1285). Dicha pretensión de mutación de cántabros a montañeses, se basa más en una querencia de continuidad y, consecuentemente, sin nexo de La Montaña como una denominación geográfica del septentrión montañoso de Castilla.
MONTAÑA: Por antonomasia se entiende la tierra de las Montañas de Burgos, y así al que dice que es de La Montaña, se le entiende por natural de esta tierra.
MONTAÑÉS: Por antonomasia se entiende al de las Montañas de Burgos.
[Diccionario de la Lengua Castellana, por la Real Academia Española, 1734]
Pero al mismo tiempo que Castilla, nuestra creación, se engrandecía, volvía a ser una de sus partes, la Montaña. Por eso conservamos este nombre antonomástico.
[Ángel de los Ríos en 'De Cantabria', 1890 , VVAA]
A la provincia de Santander se le llama la Montaña, no por otra razón sino porque es la Montaña por excelencia de Castilla.
[Juan José Ruano de la Sota en 'La cuestión regional de Castilla la Vieja', de Luis Carretero, 1918]
Esto no era obstáculo para que desde bien antiguo, en clasificaciones geográficas o etnográficas, Castilla y la Montaña, castellanos y montañeses, apareciesen como territorios y grupos humanos diferenciados. Incluso, a finales del XIX, se delimita su espacio geográfico:
La Montaña tiene al norte el Mar, al mediodía Castilla, a su oriente la Vizcaya y al ocaso Asturias y Montañas de León.
[Autor montañés desconocido en el 'Diario de Madrid', 10 de febrero de 1799]
De ahí que, al constituirse la provincia de Santander en el primer tercio del siglo XIX, y abarcar territorialmente gran parte de la Montaña, aquella provincia fue conocida extraoficialmente durante toda su existencia con ese nombre, siguiendo la tradición histórica, siendo designados montañeses sus habitantes. (Algunas provincias se precian de constituir por sí mismas verdaderas regiones, tal sucede con Santander, cuyos hijos la llaman La Montaña. Estatuto Provincial. Real Decreto de 20 de Marzo de 1925 sobre organización y hacienda de las entidades provinciales y constitución de las regiones).
Aquí una biografía de la Real Academia de la Historia acerca de este relevante médico de Valderredible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario